En la vida solo existe una certeza, la que todos negamos, temiendo que un día nos alcance. Hay un final detras de cada frase, incluso de aquellas que dejamos a medias por no saber como cerrarlas. En todo momento tratamos de dividir la vida en etapas, en momentos perfectamente clasificados y, los cuales, deben de tener un significado único para recordarlos. Unos intentan vivir el momento, perdiendose los matices que solo un reloj pausado puede enseñar. Otros viven pensando en un mañana que no saben si existirá y posponiendo sentimientos que puede que no vuelvan a estar ahí.
Pero todos tratamos de llegar a satisfacer lo mismo, nuestros sueños. Al final, cuando toque clasificar los momentos o recordar lo pasado un segundo antes de desvanecernos en el tiempo, solo nos quedaran nuestros sueños. Por ello, hay que luchar, aferrarnos a ellos y no permitir que nadie y mucho menos nosotros mismos los dejemos de lado por imposibles o por fantasiosos. Hay que construirlos con la paciencia de quien sabe que aun le resta tiempo pero, a su vez, disfrutarlos con la premura y las ganas de vivir de quien no sabe si su horizonte superara el mañana.
Por eso, mientras quede aliento, mientras creamos que somos capaces de conseguir aquello que realmente queramos… Abracemos nuestros sueños, porque, sin ellos, volveremos a ser un grano de arena que vuela sin rumbo hasta que el viento, que en algun momento cesara, nos abandone sin que jamas vuelva a soplar.